domingo, 22 de mayo de 2016

La Innovación Educativa en América Latina


Introducción.
Para hablar de innovación educativa, es necesario reconocer la situación actual a la que nos enfrentamos, pues si bien es cierto que inconscientemente al escuchar el término nos enfocamos a sus figuras, (maestros, alumnos, directivos y padres de familia), dejamos de lado aquello que posiblemente sea quien determine que dicha innovación pueda ser posible o siga siendo solo una utopía, y para ello necesitamos partir de la realidad.
Todos sabemos que “la misma educación para todos” difícilmente puede cumplirse en la realidad, aun cuando todos tuvieran acceso a una escuela regida por un currículum nacional uniforme, pues la realidad escolar (contexto, organización, vida cotidiana, instalaciones, recursos, docentes y alumnos) es tan heterogénea y desigual como la vida misma del país. Ésta es, quizá, una de las principales presiones al sistema: un currículum uniforme para un país desigual y diverso. Es un formato curricular que tiende a expulsar o a alejar de la escuela a los niños y jóvenes para los que no fue pensado —sobre todo, a los pobres, marginados, aislados y diferentes—. Estos sectores son los que más contribuyen a engrosar las filas del rezago educativo de los jóvenes y adultos analfabetas o con estudios incompletos de educación básica.
Es aquí donde toma importancia el término innovación, pues solo así será más posible brindar más y mejores oportunidades para todos. Por lo tanto, es necesario realizar propuestas fundamentadas en la investigación educativa y social, en una visión multidisciplinaria de los problemas, potenciando los aprendizajes individuales, institucionales, colectivos que hemos adquirido con tantas reformas. Las reformas desde arriba, aun centradas en la escuela, negarán las potencialidades de ésta para el cambio si no se considera la dinámica, el contexto y la naturaleza humana, y por lo mismo las relaciones sociales que ahí se viven, y se abre la puerta a la participación de los actores.

Desarrollo
Para lograr incidir de manera favorable en una determinada actividad en la que se ven inmiscuidas las figuras que conforman una institución educativa, es inevitable no considerar el contexto y la cultura, pues es determinante en la innovación. Aun y cuando los docentes lleven a cabo un desempeño profesional favorable, la situación social le exige un desempeño más humanista en donde la comunicación y la confianza son determinante para ello, por lo que es necesario reconocer una nueva función docente, la tutoría.
Es necesario retomar la propuesta de un nuevo modelo educativo de educación superior, centrado en el estudiante, lo cual exige, en la mayor parte de los países, reformas en profundidad y una política de ampliación del acceso, para acoger a categorías de personas cada vez más diversas, así como una renovación de los contenidos, métodos, prácticas y medios de transmisión del saber, que han de basarse en nuevos tipos de vínculos y de colaboración con la comunidad y con los más amplios sectores de la sociedad.
Esto permitirá a su vez, que las instituciones educativas desarrollen la capacidad de aprender para transformarse y constituirse en organizaciones que gestionan el conocimiento y que también aprenden, reconociendo la importancia que cada agente tiene, así como sus intereses y necesidades, las cuales deben estar encaminadas a explorar nuevas formas educativas que incluyan:
“Esquemas abiertos y/o a distancia, nuevos modelos de interacción maestro/alumno, establecer currículas menos recargadas de horas clase, y sistemas de estudio que aprovechen la tecnología contemporánea, en especial los sistemas computarizados y redes virtuales, entre otras innovaciones.”
Esto sugiere una serie de acciones, por parte de las instituciones, encaminadas al desarrollo de nuevos modelos y métodos de enseñanza, al uso de diversas tecnologías compatibles, a compartir recursos, riesgos, costos y beneficios, así como a impulsar la colaboración institucional y la conformación de redes, pues la innovación ha sido considerada, junto con la investigación, educación y formación, pilares en la nueva política educativa.
La innovación se concibe entonces como un elemento fundamental de la calidad, puesto que, es el “resultado de numerosas acciones paralelas y coordinadas, cuya lenta incidencia en el sistema educativo contribuye a mejorar la práctica pedagógica en su contexto real”.
Pero eso sólo abarca la parte del deber ser, lo interesante es reconocer también el ser, es decir, el estado actual en el cual descansa nuestro sistema nacional educativo, pues persisten problemas no sólo de perfeccionamiento de los proyectos y en las formas de focalizar, sino de resultados y de procesos, los cuales me parece que tienen que ver con la manera esquematizada de pensar los cambios.
Los actores, funcionarios, maestros, alumnos, trabajadores, asociaciones civiles y políticas, todos tienen intereses, ambiciones, creencias con respecto a cómo debe ser la vida en común, empezando por los actores protagónicos de los organismos internacionales.
Uno de los más importantes, tiene que ver, en que los proyectos se conciben desde la funcionalidad del sistema sin pensar en los sujetos, en la vida institucional y el contexto en que se mueven. Se entiende que su objetivo esté movido principalmente por su visión financiera y quizá ésta sea muy adecuada para otros sectores, pero para la educación resulta una visión muy corta.
Es necesario pensar en las políticas públicas no sólo desde el costo-beneficio, sino también desde el costo-maleficio, es decir, desde los problemas y los males que se ocasionan al optar por una estrategia y la inversión o no inversión en algún proyecto. Desafortunadamente son pocas las veces, por no decir que nulas, que lo consideran, dando pauta a cuestionamientos como los siguientes: ¿cuáles son los efectos colaterales de estas propuestas?, ¿cómo contribuye esto a los resultados educativos y, viceversa, ¿cómo han contribuido las políticas educativas en esos procesos?, ¿cómo evaluar los procesos colaterales de los proyectos?
En fin, es claro que los resultados antes mencionados referidos a la pobreza, la violencia, la desigualdad persistente, forman parte de los males, de los “costos” que las estrategias sociales, económicas y educativas implementadas a raíz de las inspiraciones neoliberales han traído consigo y que tienen en la focalización el mecanismo clave. Finalmente, el problema de la pobreza no es uno de compensación sino de redistribución (Yanes, 2009) de bienes, servicios, ingresos, etc., entre los que se incluye la educación.
Como se puede observar, la situación en la que se encuentra nuestro sistema educativo nacional, va más allá de sólo pensar en ciertas áreas que pueden ser consideradas como parte de dicho sistema, pues entran en juego diferentes factores que son determinantes para ello, lo único real es la situación que vivimos en la actualidad, la cual requiere una innovación permanente, pero no solo como profesionales éticos y responsables, sino, como personas con ideologías y culturas encaminadas a la mejora, solo así valoraremos y tendremos una visión clara de las necesidades de nuestra sociedad y por supuesto, de nuestros alumnos.


Conclusiones.
La innovación educativa, ya no es una opción, es una necesidad que tiene que ser abordada en todas sus partes, consideradas sus particularidades, reconociendo la importancia que tienen para alcanzar las metas establecidas en nuestro sistema educativo nacional, más y mejores oportunidades a los estudiantes para que incursionen a las sociedades del conocimiento y con ello garantizar la justicia social.
Por lo que, es necesario construir un nuevo andamiaje institucional que evite “la politización extrema” y promueva el diálogo informado y una amplia participación de los diversos actores interesados en el diseño curricular.
Un proceso de cambio especializado y la instauración multidimensional de nuevos desarrollos sociotécnicos que incluyen la creación, transformación, validación y arraigo de nuevos conocimientos, prácticas e ideologías en los individuos y en las organizaciones.”
Desarrollar y compartir innovaciones educativas y nuevos métodos de enseñanza y de aprendizaje, nuestras instituciones cuentan con muy interesantes trayectorias que merecen tomarse en cuenta, porque es a partir de esa vida previa que hoy existen y están innovando.
Si reconocemos que el cambio es inevitable, él mismo tiene importancia; cambio que, sin lugar a dudas, tendrá amplias repercusiones en el futuro, incluso colocado éste en plazos temporales diferenciados.
Reconociendo que las innovaciones más eficientes son aquéllas de carácter local, que emanan de la base, se desarrollan con la participación de los propios usuarios y respetan las manifestaciones de cada cultura.
Ya que como menciona Escudero (1988), el cambio y la innovación en educación están vinculados al concepto clave de organización escolar, ya que cualquier proyecto de innovación y cambio educativo requieren de una cierta organización como condición indispensable para que efectivamente los procesos educativos mejoren.
Bibliografía.
ANUIES. “Documento estratégico para la innovación en la educación superior”. Septiembre 2003, ASOCIACIÓN NACIONAL DE UNIVERSIDADES E INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR.
Arnaut, A., y Giorguli, S. “Los grandes problemas de México”. 1a. ed. -- México, D.F. El Colegio de México, 2010 684 p.
Gómez, M. “La innovación y cambio para el mejoramiento escolar”. Universidad Pedagógica Nacional, 2002.
La innovación educativa en América Latina (pdf).

Lira, L. “Prácticas docentes de innovación en la educación básica: el proceso de incorporación de la reforma educativa”. Instituto Superior de Investigación y Docencia para el Magisterio, Secretaría de Educación Jalisco.

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