Clara
María De la Rosa Priego
La
innovación educativa puede ser puesta dentro de un prisma, y a través de cada
una de sus caras se ve desde diferente perspectiva, con mayor o menor impacto,
y por tanto, adquiere una definición distinta. De ahí que cada profesor, cada
institución y cada sistema educativo tengan diferentes acciones para
impulsarla. Sin embargo, para que ésta tenga éxito, se requiere llegar a un
acuerdo sobre su definición, pues de ello dependerán las acciones conjuntas que
realmente alcancen el éxito deseado.
Tenti
Fanfani (1995) la plantea como un
sinónimo de transformación, entendida como un cambio tanto en las estructuras
como en las mentalidades. O lo que es lo mismo, es un cambio estructural en
todos sentidos: sistema, instituciones y todos los actores que se ven envueltos
en la educación, incluyendo a padres de familia y la sociedad entera.
Jenny
Assael (1994) establece que la innovación también implica una transformación de
los elementos centrales que conforman la cultura escolar. Si hablamos del
docente, las dimensiones de su quehacer, que pueden ser también llamadas
relaciones pedagógicas, deben ser analizadas y modificadas en la medida de lo
necesario. El primer paso, la dimensión personal, que es la base para la
transformación, pues el paradigma epistemológico determina el proceder. En la
actualidad, sin descartar paradigmas, el materialismo dialéctico es la fuente
que subyace en los planes y programas de educación básica y formación docente.
Podríamos
seguir planteando cada una de las relaciones pedagógicas, ya fuera
alumno-contenido, alumno-maestro, pero la concepción de enseñanza y aprendizaje
las determinan. La que debiera ser analizada es la denominada escuela-sociedad.
Si la escuela y la sociedad no van de la mano, las innovaciones no tendrán
impacto, pues mientras la escuela dice que algo es “blanco”, la sociedad lo
puede calificar como “negro”. Esta es una lucha tenaz en la que el profesor, a
través de un quehacer innovador, se convierte en un agente de cambio social.
En México,
maestros y sistema se encuentran transitando un camino lleno de obstáculos para
lograr la innovación. Uno de los grandes fundamentos, si es que lo podemos
llamar de esa manera, es que debe ser en una educación de calidad, pero las
cinco dimensiones de la calidad educativa que UNESCO ha planteado no se
observan en la vida escolar cotidiana. Normalmente se busca la eficiencia y la
eficacia, pero no la pertinencia, la relevancia, ni la equidad, y que son las
dimensiones que le dan vida a las bases filosóficas del sistema educativo
mexicano.
La
innovación presupone, de acuerdo con algunos autores como Aguerrondo, Parra y
otros, que debe ser observada desde una perspectiva social. Volvemos a la
relación escuela sociedad, donde la escuela debe formar ciudadanos
democráticos, competitivos para una sociedad en cambios no sólo constantes,
sino vertiginosos, en los que el conocimiento disciplinar caduca “de la noche a
la mañana”. Pero sobre todo, esta relación se establece de acuerdo al contexto
en el que la innovación se plantea, así que deben observarse diferentes modos
de abordarla.
Hoy
en día, las fronteras de los contextos se desvanecen debido a la globalización,
las sociedades del conocimiento no conocen más frontera que la de aislamiento
relacionado con la conectividad a la red mundial de información. En un contexto
físico determinado, América Latina en este caso, se han dado grandes avances en
el rubro de la innovación educativa, aunque cuando se habla de ello, es muy común
que se haga en términos de uso y aplicación de tecnologías y la red mundial de
información. No por ello dejan de ser válidas, y hay ejemplos interesantes que
se han implementado en la última década.
Las
Tics es la perspectiva desde una de las caras del prisma. El Banco Internacional
de Desarrollo (BID) (1914), presentó en su informe "Escalando en
Educación: Innovaciones Inspiradoras Masivas en América Latina", los diez
mejores casos de innovación en educación en la región, que dicho sea de paso son de forma no gubernamental
y aprovechan las nuevas tecnologías para acercar el conocimiento a una mayor
cantidad de población.
Las
iniciativas que presenta rompen con el modelo tradicional de enseñanza y son
medios masivos de educación. Un ejemplo es Puentes Educativos, que es
iniciativa en conjunto de Pearson y Nokia. La editorial proporciona los
contenidos y vídeos educativos, y Nokia los sistemas vía telefónica para que
llegue a las aulas. Sólo Chile se encontraba incorporado en 2014, pues se
originó en Europa.
En
otro orden de idea, está la plataforma de diálogo pedagógico virtual creado por
Foro 21 y que se denomina Docentes Innovadores. Su sede es Argentina y está
apoyada por la OEI. En 2014 tenía 2000,000 visitantes únicos al mes, casi
40.000 docentes registrados y más de 4.200 experiencias subidas por los propios
docentes. La discusión pedagógica con pares de otros contextos permite
visualizar con mayor claridad la necesidad de cada uno y poder proyectar con
mayor seguridad una práctica educativa innovadora y de calidad.
Existen
otros ejemplos, como juegos interactivos, o juegos en tiempo real, o la Red
Eduteka que ha resultado ser un gran apoyo en el campo docente, pero de las
diez innovaciones inspiradoras, sólo una tiene su origen en México, y es creado
por la empresa Editorial Santillana, se denomina UNO internacional, y Colombia
y Brasil cuentan ya con ella. En esta idea se combinan libros de texto,
tabletas digitales, portales, evaluaciones, asesores pedagógicos y eventos de
intercambio.
Si
revisamos los países de origen de cada una de las 10 innovaciones, veremos que
Colombia y Argentina son quienes más producción tienen en este sentido, Chile y
Brasil no se quedan tan atrás, y Perú, aunque en apariencia sólo tenga la
creación de juegos por personal de la Universidad Pontificia, es una de las
ideas más creativas para el cambio de paradigma en el proceso de enseñanza
y aprendizaje.
Volvamos
al prisma, el uso de la tecnología y la red mundial de información es lo que se
observa desde una sola de las caras, pero la innovación debe ser observada
desde las otras caras que muestran lo que sucede a nivel sistema educativo,
instituciones y desempeño docente. Aunque no podemos dejar de lado la sociedad
que es el usuario del sistema. América Latina es un escenario muy diverso, pues
mundialmente es el territorio donde se observan las mayores diferencias
económicas, y por tanto, sociales.
De
ahí que la sociología de la educación cobre importancia, y la perspectiva que
cada país, institución o profesor adopte, será la base de los procesos de
innovación para el cambio estructural profundo que se busca en la formación de
ciudadanos. Cada país decide determinadas directrices en la educación de sus
niños y jóvenes, aunque teniendo en cuenta la base que establecen ciertas
organizaciones internacionales que se ocupan del rubro educativo: la UNESCO, la
OCDE, y la OEI, son las principales en América Latina.
En los
países latinoamericanos, la formación docente, que es de suponerse la fuente de
innovación, comparte bases históricas para su construcción, y por tanto, hay
una idea base generalizada en la formación de profesores. Dentro de las mallas
curriculares se observan trayectos con bases similares como: estudios generales
donde se incorporan las bases filosóficas, organizativas y legales de los
sistemas educativos; estudio de elementos fundamentales de psicología y
sociología aplicados a la educación donde se incluye la pedagogía comparada, la
historia de la educación, la gestión escolar, aunque en su mayoría dirigida a
la administración escolar y métodos de enseñanza; la disciplina en que se
desempeñará el futuro docente; la didáctica de la disciplina; y finalmente, la
práctica de la docencia y de las actividades para escolares, bajo la dirección
de profesores con desempeño destacado.
Dada
esta historia, la sociología tiene matices similares y la lucha que aún se vive
en el quehacer docente diario, al menos en México, está entre dos paradigmas:
el estructuralista-funcional, y el materialismo Si consideramos que la
estructura social latinoamericana actual no es homogénea, y mucho menos sólida
ni estática, entonces el materialismo es la corriente a considerar. En este
rubro haría falta analizar un estudio de campo a través de la sociología
política de la educación en diferentes países para saber con claridad lo que
sucede, aunque las bases dictadas por las instancias internacionales pueden ser
guía.
De
los paradigmas mencionados, el primero, iniciado por Augusto Compte y seguida
por Durkheim, establece a la educación como un medio socializador, pero en una
estructura estática, en aparente equilibrio. Esto es, en un mundo previamente
establecido, mientras que la segunda establece sus postulados en las
desigualdades sociales, en la lucha por el cambio social estructural. Mientras
que la primera busca mantener un orden social preestablecido, la segunda persigue
la transformación o mantenimiento del estado social, donde la ley no es de
adaptación sino de crecimiento y cambio.
En
México, plan y programas de estudio en la formación docente tienen como
fundamento estas premisas, pero el desempeño de quienes nos involucramos en la
formación inicial de los futuros profesores, no va por esa dirección. Queremos
seguir viendo a la educación como medio socializador para un orden inamovible,
y por tanto, aunque las prácticas cambien, la esencia es la misma, y la
innovación entonces se convierte en un fin, y no en un medio como debiera de
ser.
Ciertamente
que lo nuevo que se implementa como innovación, no está desligado de lo que
haya existido con anterioridad, pero si debe tener un impacto transformacional,
tal como sucede en algunos países latinoamericanos. El primer ejemplo de
formación docente innovadora en América Latina podría ser, de acuerdo con el
estudio realizado por UNESCO (2006) el que se da en Argentina desde 1993, que
se basa en tres ejes específicos: la investigación, la docencia y la acción con
la comunidad, de tal suerte que se busca articular el proyecto político
institucional a las necesidades específicas de la comunidad en que está
inserta.
Este
asunto en México recién cobra vida. Es a partir de la evaluación docente que se
solicita la planeación argumentada, aunque es menester decir que lo que a su
servidora le ha tocado observar, el contexto no se analiza, sólo se plantean
cuestiones económicas o sociales, pero no se atiende la diversidad cultural. Existe
formación para comunidades indígenas, y es loable, pero en la escuela que
podríamos llamar regular, en contextos diversos, la diversidad cultural está
representada por cada alumno, y se les toma de forma homogénea.
Otro
ejemplo innovador en América Latina lo tiene Brasil, donde la formación de
profesores se da en tres tipos de propuesta: quienes se preparan para educación
infantil, los que se preparan para los primeros cursos de la educación que
ellos llaman fundamental, que es algo semejante a la primaria en México, y
finalmente aquellos quienes se preparan en elementos superiores de pedagogía
para desempeñarse en cursos normales, pero sobre todo, la propuesta innovadora,
es la preparación para actividades de orientación, administración y supervisión.
Esta
última propuesta no se ve como formación inicial en México, se requieren
diplomados o maestrías para tal efecto. Lo cierto es que el profesor que se
inserta en educación básica en el sistema educativo mexicano, debería llevar
este tipo de bases dadas las exigencias políticas actuales. A esto hay que
añadirle que las escuelas normales no gozan de autonomía para poder determinar
con qué y cómo atender las necesidades de su entorno, aunque los profesores sí
pueden flexibilizar el currículo que sería un aporte de innovación.
La
formación de profesores en México es realmente el cimiento para que la
transformación social, a través de la innovación no sólo a nivel político
gubernamental, sino al de la práctica docente cotidiana, y para ello, es
imperativo que los formadores de docentes sean formados para tal efecto. Ese
sería una innovación con impacto nacional e internacional, la fuente
sociológica cobraría vida al lograr su propósito: la reestructuración social.
El
prisma aún tiene muchas caras, pero las dos presentadas son dos de suma
importancia, pues el profesor que se forma debe ser preparado para insertarse y
laborar en y a través de las sociedades del conocimiento, pero respetando
siempre su contexto natural y cultural. En este rubro, la formación universitaria
lleva la delantera. Las innovaciones deben incidir en las formas de
organización del trabajo, la creación de redes y de comunidades de aprendizaje,
de tal suerte que los valores humanos sean practicados de manera cotidiana, lo
que traería consigo el cumplimiento de las tres primeras dimensiones de la
educación de calidad: pertinencia, relevancia y equidad.
Bibliografía Consultada
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Pedraza C.,D. (2010) Política de la Educación en el México
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Robalino
C. M. y Körner A. (2006) Modelos
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